Helado: claves para un permitido

Viernes 05 de Octubre de 2018, 10:08





Atrás quedaron las épocas en las que las heladerías bajaban las persianas durante los meses fríos. En la actualidad, aunque el helado se come todo el año, los primeros días cálidos marcan el inicio de su momento de esplendor, justo cuando la preocupación por los kilos de más -que representan más que una cuestión estética- comienza también a aumentar. Darse el gusto sin caer en el exceso es la clave.

“Consumido de manera ocasional, el helado es una gran fuente de energía debido al contenido de azúcar o glucosa, y esto puede ser bueno para combatir el agotamiento producido por altas temperaturas y aunque es cierto que tienen un gran aporte calórico, también contienen grandes cantidades de calcio y proteínas de alto valor biológico ya que se elaboran a base de leche”, explica la licenciada Cecilia Sánchez, del equipo de Nutrición de CRENYF, quien resalta la importancia de ser “consumidores inteligentes”.

Para que no implique aumento de peso, subraya, la clave está dada por la cantidad. “No es lo mismo tomar ¼  de sabores más cremosos  que tienen más aporte graso, que un vasito alternando con sabores frutales o de agua”, dice. Todo, en el marco de una alimentación saludable, en la que predominen los alimentos de calidad, como variedad de frutas, verduras, cereales, carnes magras. “El secreto no es clasificar a los alimentos en prohibidos o malos, sino aprender a equilibrar”.

“Hace no más de tres décadas casi, el vaso más pequeño o de vez en cuando el cucurucho era el clásico recipiente solicitado y que nos bastaba para sentirnos satisfechos y alegres”, afirma la doctora en Nutrición Viviana Baranchuk, en el trabajo “El lado más oscuro del helado”, realizado por Fundación DAAT , de la que es directora. “No sabemos cómo, ni cuando, ni por qué -continúa- ese clásico tamaño (el vasito) se fue transformando de a poco en otro que a la mirada de otros y en forma repetitiva llega a ser crónicamente el tamaño de un cuarto o, en casos sorprendentes para mí y habituales para otros, logra alcanzar el medio kilo por persona”.

La porción “saludable”, coinciden algunos especialistas, ronda los 125 a 150 centímetros cúbicos (que equivale a un vasito chico de heladería o dos bochas) una o dos veces por semana, siempre teniendo en cuenta también el gasto energético de cada persona (no es lo mismo alguien sedentario que aquel que hace mucha actividad física).

La frecuencia y la cantidad no es lo único que importa, también hay que tener en cuenta los ingredientes. “Los helados se diferencian en su composición y varían según el sabor. Los de crema, indudablemente tienen más aporte calórico que los de agua; y cuanto más agregados tenga (ya sea de frutos secos, chips de chocolate, dulce de leche, concentrados de frutas) más grasas y azúcares van a contener”, advierte Sánchez.

“Un helado de forma ocasional no es pecado. Sólo hay que saber elegir de manera inteligente prestando atención a la frecuencia de consumo y el tamaño de la porción. Crear hábitos saludables es un camino de todos los días y no sirven las prohibiciones, porque no se sostienen en el tiempo. Siempre hay que recordar que la prohibición genera más deseo”, enfatiza.


Para evitar caer en excesos, los especialistas recomiendan comprar sólo la porción que se va a consumir, ya que “stockear” kilos en el freezer atenta contra el control de la porción.

La opción más saludable es, no obstante, hacerlos en casa. Se pueden preparar milk shakes mezclando un poco de helado con leche o yogur. También se pueden freezar trozos de fruta, procesarlas con un poco de agua o leche, y ya hay helado listo: esta alternativa puede consumirse todos los días. Para los más chicos, se pueden comprar los moldes (también pueden ser cubeteras) y rellenarlos con jugos naturales de fruta, yogur, o leche chocolatada.





Fuente: https://www.clarin.com/buena-vida/helado-claves-permitido-culpa_0_pbvwNw32J.html