“El amor repara”: la historia de la pareja que adoptó 5 hermanitos a punto de ser separados

Domingo 09 de Noviembre de 2025, 11:15

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Mariana Rojas (52) y Matías Cifuentes (58) llevaban 16 años juntos cuando decidieron emprender el camino de la adopción. Luego de atravesar la pérdida de un embarazo, el deseo de agrandar la familia los llevó a inscribirse en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Ruaga). En un principio, pensaban en recibir a dos hermanitos no mayores de cinco años. Pero un llamado inesperado de un defensor de menores transformó por completo sus planes. Hoy, más de siete años después, los Cifuentes son siete.

Ella, diseñadora, y él, músico y docente, vivían tranquilos en un departamento en Capital. Desde que se habían anotado en el registro, nunca habían recibido novedades.

“Yo siempre veía alguna audiencia pública y consultaba, pero me decían que ya habían sido adoptados”, recuerda Mariana en una charla con Clarín. Hasta que en 2018 un defensor los citó para hablarles de un caso especial.

“Ahí nos habló de cinco hermanitos, dos mujeres y tres varones, que estaban juntos en un hogar desde hacía seis años, institucionalizados. ‘Hace mucho que están -nos dijo-, mi última instancia como defensor es que haya una familia para adoptar a los cinco juntos. Si no, los tengo que separar’. Fue un baldazo de agua fría”, cuenta la mujer.

Mariana y Matías llevaban 16 años juntos cuando decidieron adoptar. Foto: Gentileza.
Mariana y Matías llevaban 16 años juntos cuando decidieron adoptar.

Los chicos tenían 6, 7, 9, 11 y 14 años. “Yo ahí me fui pensando que no quería”, admite Matías. “Uno de los temas era el económico, otro el de la logística. Vivíamos en un departamento y era muy difícil. Pensaba en la obra social, el colegio, todo lo que había que poner en marcha. Pero éramos la última oportunidad para que no los separaran".

Pasó un mes, el que la pareja definió como "una tortura" de tanto pensarlo. Finalmente, tomaron la decisión de adoptarlos. "Hubo un día en el que dijimos que sí, si no íbamos a seguir dudando". Fue entonces cuando empezó un proceso de vinculación que llevó cuatro meses hasta que les otorgaran la guarda preadoptiva.

El primer encuentro

El primer encuentro fue con las dos mayores, Brenda y Delfina. “Se notaba la necesidad de afecto en ellas”, recuerdan. “Nos dimos un abrazo en el que sentimos mucha conexión, como si hubiese empezado una relación”.

Una semana después conocieron a los más chicos, de seis y siete años. “Apenas nos vieron, nos dijeron ‘mamá y papá’. Fue un encuentro muy físico, distinto al de las nenas”, cuenta Mariana.

En 2018, Mariana y Matías decidieron adoptar a los cinco hermanos. Foto: Gentileza.
En 2018, Mariana y Matías decidieron adoptar a los cinco hermanos.

Por último, llegó el turno de Nahuel, el del medio, que había sido diagnosticado con autismo leve y tenía dificultades para comunicarse. Hoy, dicen, “ha evolucionado muchísimo y tiene el corazón más grande del mundo”.

Los cinco hermanos habían pasado gran parte de su infancia en dos hogares diferentes, tras ser declarados en situación de adoptabilidad. Así comenzó un período de acercamiento gradual: pasaban los fines de semana juntos, compartían paseos y comidas, y cada domingo la despedida se hacía más difícil.

“Era muy fuerte -recuerda Mariana- porque los demás chicos del hogar se nos pegaban y nos pedían que los lleváramos también”.

Finalmente, el 28 de septiembre de 2018, recibieron la guarda preadoptiva. “Ese día lo festejamos todos los años”, dice Matías. “Fue el comienzo de nuestra vida juntos, los siete”.

La cuarentena, una oportunidad

El 2019 fue el primer año en el que los siete convivieron bajo el mismo techo. “Fue un caos”, admite ella. “Todos estaban atrasados en la escuela, los varones no sabían leer ni escribir, así que empezamos a enseñarles en casa. Tuvimos que aprender a poner límites, a cumplir roles. A Brenda, la mayor, le organizamos su fiesta de 15. Ella había asumido un rol de madre toda su vida sin querer, y de repente tenía que cumplir órdenes”.

“Todo ese año fue muy bravo”, agrega Matías. “De a poco fueron asimilando que esto era para siempre. Fue durísimo por todas las frustraciones que traían, los cambios de hogares”.

Los siete Cifuentes. Foto: Gentileza.
Los siete Cifuentes.

En 2020, la cuarentena les dio una oportunidad inesperada para afianzar el vínculo. “Para nosotros fue lo mejor”, cuenta Mariana. “La hermana de Mati nos ofreció su casa en San Miguel, con patio y pileta, y nos terminamos quedando hasta noviembre. Ahí pudimos hacer mucho vínculo entre los siete: nos conocimos de verdad, reímos, charlamos, lloramos. Pasó de todo, pero fue buenísimo".

Y agregó: "Cuando terminó la cuarentena, volver al departamento fue duro. Así que decidimos mudarnos cerca de la hermana de Matías. Hace tres años vivimos ahí, con jardín, dos perros. Es otra vida”.

La adopción plena: el día que la familia se hizo oficial

El momento más esperado llegó cuando el Juzgado les otorgó la adopción plena, en plena pandemia. “Fue por Zoom”, recuerdan. “Todavía tengo el video y cada vez que lo veo lloro. Los chicos no entendían del todo, pero desbordaban de alegría. Era el mismo defensor de menores que nos había hablado de ellos por primera vez”.

Esa noche, Mariana acostó a los varones y escuchó una frase que no olvida: “Uno dijo: ‘hoy es el día más feliz de mi vida’. Para nosotros era una firma, sabíamos que era para siempre, pero para ellos fue un sello de seguridad. Siempre tenían miedo de que los trasladaran”.

Tras la sentencia, Sebastián, uno de los más chicos, escribió una carta para el colegio que luego se hizo viral. “Jesús, esta Navidad tengo que agradecer muchas cosas: lo más importante es que se firmó la sentencia y ya tengo una familia que me da mucho amor y que nos aceptó a mí y a mis hermanos”, decía.

“Fue re emocionante. Él tenía ocho años cuando vino y me dijo: ‘Mamá, quiero una psicóloga porque tengo mucho para hablar’. Está en un proceso constante de trabajo para calmar las angustias que trae”, expresa su madre.

Adolescencia, escuela y unión: cómo es el vínculo hoy

Hoy, los hermanos tienen 21, 18, 16, 15 y 13 años. “La sentencia fue determinante -dice Matías- porque ahí todos entendieron que esto ya no se rompía. Lo festejaron como un logro en sus vidas. A partir de ahí, el vínculo se empezó a afianzar y es lo que hoy disfrutamos”.

Y Mariana agrega: “Como dijo el defensor: el amor repara. No todo es color de rosa, pero los chicos cambiaron muchísimo”.

A su vez, sostiene: “Con el tiempo dejé de pensar que son adoptados. Tengo el sentimiento de que son mis hijos de toda la vida. Hace siete años que vivimos juntos, y es poco para todo lo que pasamos. Hay gente a la que le cuento la historia y no lo puede creer, porque nos ve tan unidos. Funcionamos como un equipo”.

La adolescencia llegó para todos casi al mismo tiempo. “Ahora los cinco son adolescentes. Los varones siguen en la escuela, Delfi termina ahora y está haciendo un test vocacional, y Brenda, que terminó hace dos años, todavía no se animó a salir tanto al afuera, pero va a su tiempo. La acompañamos con el tratamiento adecuado”, sostiene el músico.

La pareja asegura que el vínculo entre todos se afianzó luego de la sentencia. Foto: Gentileza.
La pareja asegura que el vínculo entre todos se afianzó luego de la sentencia.

“Somos un equipo, hay mucha unión. Remamos todos para el mismo lado -resume ella-. A veces se descarrila porque están todos adolesciendo, pero estamos juntos en la misma barquita. Hay mucha comunicación y amor”.

Adoptar sin prejuicios

Para este 9 de noviembre, Día Mundial de la Adopción, la pareja aprovechó para dejar un mensaje a quienes piensan en adoptar.

“Si uno tiene la intención, tiene que animarse. Hay que cortar con el prejuicio de que adoptar chicos grandes o grupos de hermanos es imposible. No hay muchos bebés en los hogares, pero sí muchos chicos que necesitan una familia. Los cambios son impresionantes. Se forma un vínculo espectacular. Hay que tener paciencia, diálogo y contención”, sostiene Mariana.

Matías completa la idea: “Hay que respetar que ellos tuvieron otra vida antes de nosotros. No hay que borrar esa historia, ni los vínculos previos. Cuando tu hijo te dice que te ama y te abraza, es muy fuerte. Adoptar chicos grandes vale la pena: tienen un niño adentro que espera ser abrazado”.

“Yo me siento completa y realizada -concluye Mariana-. Nunca me imaginé adoptando, pero hoy tengo la familia que soñé. Su pasado no se borra, se repara. Hay que ir de acá para adelante. Hay momentos difíciles, pero con amor y contención, se puede”. /Clarín