Domingo 23 de Noviembre de 2025, 20:13

José Cano y Roberto Sánchez
El resultado provincial de 2025 dejó planteado un escenario que, más que una derrota electoral, parece marcar el cierre de un ciclo político para la Unión Cívica Radical en Tucumán. La lista encabezada por Roberto Sánchez quedó con aproximadamente 8% de los votos en la provincia, una cifra que contrasta de manera directa con los niveles de competitividad que la UCR había sostenido durante buena parte de la última década.Esta cifra resume la magnitud del retroceso: el radicalismo tucumano ha perdido su capacidad de ordenar el voto opositor y ha sido desplazado en gran parte por una fuerza libertaria que ha crecido con rapidez.
En 2015, José Manuel Cano logró un 41,5 % de los votos en su candidatura a gobernador, lo que consolidó a la UCR como uno de los grandes referentes opositores.En 2019, Silvia Elías de Pérez bajó esa performance a 20,4 %, señalando una erosión significativa de su base.
En 2023, Roberto Sánchez alcanzó un rebote con 34,09 %, lo que alimentó expectativas de recomposición radical.
Pero en 2025, el derrumbe fue brutal: la lista vinculada a Sánchez logró apenas 8 % a nivel provincial.Este descenso no solo es cuantitativo, sino simbólico: pone en evidencia una UCR que ya no funciona como fuerza alternativa central, sino que ha sido marginada de la estructura opositora dominante.
La magnitud del retroceso radical en la provincia abre un problema estructural hacia adelante: será muy difícil para la UCR encontrar un candidato a gobernador competitivo frente a un peronismo con presencia territorial intacta y una Libertad Avanza en pleno ascenso. La caída sostenida de su caudal electoral desde 2015 hasta 2025 dejó al partido sin figuras con volumen propio, sin una dirigencia con arrastre provincial y con un escenario político donde los votantes opositores migraron casi por completo hacia el espacio libertario. En este contexto, cualquier intento de reposicionar al radicalismo parte de un piso histórico muy bajo y de una estructura debilitada que ya no cumple el rol de organizador del voto no peronista.
Esa pérdida de competitividad provincial no es solo simbólica: repercutirá directamente en la capacidad del radicalismo para sostener legisladores, intendentes, concejales y comisionados rurales. La dinámica electoral tucumana es cada vez más polarizada, y sin un candidato fuerte para la gobernación el arrastre territorial se reduce al mínimo.
En varios departamentos, la UCR corre el riesgo concreto de desaparecer del mapa institucional, quedando sin representación local por primera vez en décadas. Con un esquema donde el peronismo mantiene su maquinaria y LLA absorbe el voto opositor, el radicalismo enfrenta la posibilidad de que su presencia territorial se reduzca a niveles testimoniales o incluso que se extinga en varias jurisdicciones.
La reconfiguración opositora y la consolidación libertariaMientras el radicalismo se desmorona, La Libertad Avanza (LLA) ha emergido como el vehículo dominante de la oposición tucumana. Este no es solo un cambio de votos, sino una reconfiguración organizativa: los libertarios construyen su estructura territorial con un liderazgo definido y un proyecto propio, distinto al de los partidos tradicionales.
Uno de los gestos más reveladores de este proceso es la tensión entre LLA y Mariano Campero, histórico exradical: aunque Campero dio un paso público al unirse al bloque libertario en la Cámara de Diputados, desde la conducción local de LLA le han puesto un freno.
Lisandro Catalán, líder de LLA en Tucumán, afirmó públicamente que “Campero no forma parte de LLA Tucumán” como partido, sino solo del bloque parlamentario. Según Catalán, nunca existieron negociaciones políticas con Campero para integrarlo al armado partidario provincial: su ingreso solo se tradujo en una bienvenida legislativa, no en integración estructural.
El desapego no es casual: desde la conducción libertaria se buscó un “armado puro”, lo que implicó excluir a figuras como Campero.
Además, desde LLA indicaron que no habría lista compartida con Campero en Tucumán para las elecciones locales, lo que refuerza la idea de que su incorporación al bloque legislativo no implica una fusión orgánica.
Este distanciamiento es más que simbólico: sugiere que los libertarios no están dispuestos a ceder el control de su estructura a viejos referentes de la vieja política radical, incluso si comparten ciertas alianzas parlamentarias. Catalán mismo ha sido muy claro: LLA es un motor de cambio que no trabaja bajo lógicas de “vejestorios” o acuerdos condicionados.
Una UCR sin centralidad y libertarios que avanzan en firmeAl mismo tiempo que la UCR retrocede electoralmente, los libertarios ganan no solo en volumen de votos sino en construcción institucional. La negativa a integrar a Campero en el núcleo local de LLA es una señal de que los libertarios no quieren replicar los arreglos tradicionales, sino construir un bloque con identidad propia, liderado por quienes están alineados con su proyecto ideológico.
El resultado es un escenario donde el radicalismo pierde no solo posiciones electorales sino relevancia estratégica, mientras LLA consolida su poder como la fuerza dominante en la oposición tucumana, capaz de disputar municipios, bancas, y definir los nuevos equilibrios para 2027.
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