“Un monstruo, psicópata y perverso”: degolló a sus hijos de dos y cuatro años para vengarse de su exesposa

Domingo 31 de Octubre de 2021, 10:03

Valentina y Sebastián tenían dos y cuatro, respectivamente, cuando su papá los asesinó.



El doble filicidio de Sebastián y Valentina, de cuatro y dos años respectivamente, se convirtió en una de las tragedias familiares más impactantes de la historia de la ciudad de Mar del Plata.

En el año 2000, justo el fin de semana del Día de la Madre y dos días antes de que Adriana García cumpliera años, su exmarido se llevó a sus hijos tal cual lo estipulaba el régimen de visitas que acordaron después de la separación, y le anunció: “Los chicos te van a dar una sorpresa para tu cumpleaños”. Ese fin de semana Ariel Bualo los degolló a los dos.


“Un monstruo, psicópata y perverso”

El hombre había planificado todo para vengarse de su exesposa por haberlo abandonado. Después de matar a los dos hijos que tenían en común, se acostó en la cama junto a los cuerpos y durmió con ellos. Recién al día siguiente él mismo dio aviso a la policía y esperó a que vinieran a buscarlo para llevárselo detenido.

Los psiquiatras y especialistas que se encargaron de hacer las pericias durante el juicio lo calificaron como “un monstruo, psicópata y perverso”.

A principios de septiembre de 2001, casi un año después de los crímenes, un inmutable Bualo recibió su condena a reclusión perpetua por el doble homicidio doblemente agravado por el vínculo y alevosía.


“Quisiera borrar octubre para siempre”

“No quiero que llegue octubre”, dijo tajante a TN Adriana García. Pasaron 21 años de aquel horror, pero aunque se alejó de la ciudad balnearia, volvió a casarse y adoptó un hijo, el vacío no se reemplaza y los pensamientos negativos empiezan a acosarla ya durante los últimos días de septiembre.

“Trato de no estar tan enojada, trato de controlar mis reacciones”, sostiene con la resignación de quien ya no quiere pelear esa batalla, pero vuelve a la carga cada año.

Los crímenes de Valentina y Sebastián podrían haberse evitado si la Justicia hubiera atendido alguna de las seis denuncias que Adriana presentó por los maltratos y el acoso al que la sometía su expareja desde que se separaron en abril de 2000.

Se cansó de pedir que no la obligaran a entregarle a sus hijos o que, por lo menos, las visitas fueran supervisadas. Tanta era su desesperación que llegó a fugarse con ellos para protegerlos.
“Antes de que matara a mis hijos, yo había hecho seis denuncias”

“Me escapé, pero me hicieron pagar una multa por cada día que el padre no tuvo contacto con los chicos”, remarcó a este medio.

Entonces, un día después de que Bualo asesinara a sus hijos, llegó la notificación de la Fiscalía Nº 4 de Mar del Plata para avisarle que habían cerrado la causa porque no había elementos suficientes para probar sus denuncias.


Volver del infierno

El camino para reconstruirse fue extremadamente difícil y todavía le queda más por delante. Para poder avanzar Adriana se aferró a dos grandes pilares: Franco, el hijo que adoptó, y su trabajo. En diálogo con TN, explicó: “Después de una pérdida una tiene otra mirada sobre las cosas”.

La nueva vida empezó en Capital Federal, donde empezó a trabajar como directora de la carrera de Terapia Ocupacional en la Universidad Abierta Interamericana (UAI) y también como responsable del centro que fundó para atender a chicos con autismo y patologías similares.

“Yo sentía el vacío, todo era negro, cuando tengo tiempo libre me agarra desesperación”, admitió. Por eso, para ella poder trabajar con niños y familias se volvió un pilar en medio de su tristeza. “Tengo adicción al trabajo”, afirmó sin dudarlo.

Sin embargo, no fueron pocos los prejuicios que tuvo que enfrentar. En algunos trabajos le exigían un examen psicológico cuando a nadie más se lo pedían y en una de las entrevistas llegaron a hacerle una insólita pregunta. “¿No tenés ganas de quedarte con un niño?”, contó Adriana que le preguntaron. Y ella respondió: ¿Si usted fuera viuda se querría quedar con el marido de otra?.

“Todo lo asociaban con lo que me había pasado. No estaba bien visto que yo me riera, tenía que dar lástima todo el tiempo”, se lamentó.


“La decisión de adoptar estuvo siempre”

Con el tiempo, en 2006, Adriana se casó con Christian, su esposo estadounidense, y con él tomaron la decisión de adoptar un hijo.

“Cuando me volví a casar perdí varios embarazos”, explicó a este medio, y subrayó: “No estaba preparada para afrontar ninguna pérdida más”.

Por otra parte, en su familia la adopción siempre fue un tema natural. “Mi padre fue adoptado, lo habían abandonado cuando era bebé, y yo tengo un hermano adoptivo también”, indicó. Así fue como empezaron los trámites y solo dos meses después, llegó Franco.

“Franco y yo nos encontramos por algo, los dos somos resilientes”, expresó, haciendo referencia a “las carencias, las broncas y los rechazos” que su hijo cargaba como una mochila, pese a su corta edad.

“Era un nene con muchos problemas de conducta, muy rebelde y con un déficit de atención importante”, describió. Pero nada sería un obstáculo. A partir de ese momento, él se convirtió en su motivo fundamental para aferrarse a la vida.

Adriana y sus hijos, en Mar del Plata.
Adriana y sus hijos, en Mar del Plata.


“Sebi me anunció que se iba a llamar Franco”

Cuando lo adoptaron, destacó Adriana, Franco “tenía la misma cantidad de años, meses y días que tenía Sebi cuando su papá lo asesinó”. El nombre de ese nene, además, tenía otra maravillosa coincidencia. “Sebi me anunció que iba a tener un hermanito”, recordó conmovida. Y añadió: “Me dijo que se iba a llamar Franco”.

La aclaración no es necesaria, pero igualmente ella advirtió: “No lo adoptamos para reemplazar a sus hermanos”. De hecho, contó, es “totalmente opuesto a ellos”.

Sobre esa trágica historia que lo precedió, Adriana señaló que “nunca hubo necesidad de hablarlo”. “Los chicos intuyen naturalmente”, arriesgó.

Lo cierto es que aunque nunca supo cómo se había enterado, un día Franco le preguntó si sus hermanos se habían muerto por alguna enfermedad. “Es difícil explicarle tanta maldad a esa edad”, dijo al recordar ese momento. Adriana le dijo que había sido un “accidente de la vida” y con el tiempo, todas las respuestas que a ella le faltaron en esa oportunidad, su hijo las encontró en internet.

“Franco es un sol”, dice orgullosa sobre el adolescente que actualmente está a punto de cumplir los 18. “Me cuida mucho para que no me desborde, principalmente cuando se acerca esta fecha”, indicó.

Sebi y Valen tenían cuatro y dos años cuando su papá los asesinó. (Foto: Facebook/Mil Grullas Por Sebastian Y Valentina).
Sebi y Valen tenían cuatro y dos años cuando su papá los asesinó. (Foto: Facebook/Mil Grullas Por Sebastian Y Valentina).


“No puedo decir su nombre”

Así como en la saga del mago Harry Potter el villano, Lord Voldemort, es mencionado por la mayoría de los personajes como “Ya sabes quién” o “El que no debe ser nombrado”, Ariel Bualo se volvió innombrable para Adriana desde hace ya 21 años. “No puedo decir su nombre, no lo nombré nunca más”, le contó Adriana a TN.

A pesar de lo que había sucedido y de su propio encierro, el asesino siguió acosándola durante mucho tiempo. “Me llamaba y me decía ‘yo te perdono’”, dijo con indignación en la voz, como si al contarlo volviera a escucharlo. Y sentenció: “Es un psicópata”.

Para Adriana, “sacarse la culpa de encima” fue una de las cosas que más le costó en todo este tiempo. “El fiscal me decía que yo era cómplice moral por haberle dado a los chicos”, recordó, como si ella no hubiera hecho todas las presentaciones correspondientes en la Justicia durante los cinco meses que pasaron entre su separación de Bualo y la venganza criminal.

Adriana García y Ariel Bualo, en el juicio que lo condenó a él a reclusión perpetua. (Foto: Facebook).
Adriana García y Ariel Bualo, en el juicio que lo condenó a él a reclusión perpetua. (Foto: Facebook).

Adriana pidió que su exmarido no estuviera presente en el juicio que lo condenó a la pena máxima. En realidad, espera no tener que verlo nunca más. “Para alguien como él, lo peor es la indiferencia”, sentenció la mujer que, no obstante, se mantiene informada permanentemente sobre su situación “por protección”. “No quiero que esté suelto”, afirmó.

El 11 de diciembre del 2018, recién 18 años después de los crímenes de sus hijos, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires consideró que el Estado tuvo responsabilidad en la muerte de los menores.

Según los magistrados, los funcionarios actuaron con “indiferencia” e “inoperancia” y se caracterizaron por la “inacción” ante los múltiples reclamos de una víctima de violencia de género.

"Mil grullas por Sebastián y Valentina".  (Foto: Facebook/Mil Grullas Por Sebastian Y Valentina).
"Mil grullas por Sebastián y Valentina". (Foto: Facebook/Mil Grullas Por Sebastian Y Valentina).


Mil grullas por Sebastián y Valentina

“Al segundo que ya no estaban cambió mi vida, desapareció. La de mi familia, la de una salita de cuatro entera, la de una ciudad, la de mucha gente por el espanto, el dolor, el horror, la desesperación, el vacío...”, escribió Adriana en una de sus primeras publicaciones después de la tragedia. Lo hizo en la página en la red social Facebook que creó en homenaje a Sebi y Valentina. “Que que cada grulla ayude a mitigar esa sensación”, deseó entonces, dispuesta a transformar su dolor, y las grullas nunca más dejaron de multiplicarse.

Mil grullas, el recuerdo vivo del amor.  (Foto: Facebook/Mil Grullas Por Sebastian Y Valentina).
Mil grullas, el recuerdo vivo del amor. (Foto: Facebook/Mil Grullas Por Sebastian Y Valentina).

Sebastián y Valentina siguen siendo hoy el primer pensamiento del día y el último en la noche para su mamá. Pese a la fuerte carga emocional, la intensidad que acompañó toda la conversación, Adriana se desarma por primera vez: “No hay día que no me duerma mirándolos, pensando qué les habrá pasado a ellos por la cabeza en ese momento”. “Sentirse traicionados así, por alguien que querían, es lo que más me duele”, sostuvo ya con la voz quebrada.

Pero la entereza vuelve a ella rápidamente, y elige terminar la entrevista recordando cómo eran ellos. “De Sebastián recuerdo la dulzura, era muy protector”, dice sobre ese varón de sonrisa fácil que la acompañó durante cuatro maravillosos e inolvidables años. En cuanto a Valen, su “china hermosa” como la llamaba, tiene muy presente su aroma y su carácter. “Hubiera sido una militante feminista sin dudas”, concluyó. /TN