“Se hicieron amigos de mi hijo para robarle y matarlo”: la brutal entradera a un joven se acerca al juicio

Domingo 28 de Abril de 2024, 09:25

Tomás Pliego (20) fue asesinado en Banfield en abril de 2022. Hay tres imputados y la hipótesis central del caso es que la víctima conocía al menos a uno de ellos. El increíble modus operandi de la banda y los detalles de un crimen atroz.



Tomás Pliego tenía 20 años, vivía en Banfield y estudiaba psicología. Le gustaba el fútbol, leer y pasar el tiempo con su familia y amigos. Había jugado en el baby de un club de barrio que hoy exhibe un mural en su memoria: “Toto” -como lo llamaban- fue asesinado a golpes por delincuentes que entraron a robar a su casa, y a quienes conocía de antes. Por eso, aquel lunes 18 de abril de 2022, él mismo les abrió la puerta.

Que el acceso a la vivienda no hubiese sido violentado y la llave quedara del lado de adentro fue una de las claves para dar con el móvil del ataque y los sospechosos. “Durante la pandemia, Tomás conoció a alguien que hacía fiestas clandestinas, y esta persona le había prestado un cable auxiliar. Quería tener un motivo para volver a su casa. Así lo hizo caer”, cuenta a TN Martín, papá de Tomás, en la cercanía del juicio.

Son tres los imputados por el hecho caratulado como homicidio agravado por robo criminis causa. Ariel Alejandro Pusch -alias “Arielito”- y Kevin Nahuel Gómez -apodado “Stunt”- esperan el debate en prisión, mientras que Xavier Fedeli, que fue involucrado durante el transcurso de la causa, permanece en libertad por decisión judicial. Todos tienen una edad cercana a la de la víctima.

Los investigadores llegaron a ellos a través del WhatsApp de Tomás, que quedó abierto en una computadora. “Mi hijo la había guardado debajo de una cama y se ve que (los sospechosos) no la vieron. El celular se lo llevaron”, detalla Martín.

Los investigadores creen que Tomás tenía una relación amistosa con al menos uno de los asesinos. (Foto: gentileza Martín Pliego)
Los investigadores creen que Tomás tenía una relación amistosa con al menos uno de los asesinos.


La hipótesis central del caso: Tomás tenía una amistad con al menos uno de los asesinos

La línea principal de la investigación, a cargo del fiscal Ricardo Silvestrini -UFI N° 11 de Lomas de Zamora, especializada en entraderas- sostiene que Tomás conocía a “Stunt”. En su declaración, el imputado admitió su participación en el hecho, aunque negó haber entrado a la casa.

“Él fue el que le pidió a mi hijo que abriera la puerta para buscar ese cable. Se lo había olvidado a propósito para tener que volver”, subraya el papá de Tomás, y se detiene sobre la hipótesis central del caso: “Es una banda que hacía fiestas y captaba chicos. Se hacían amigos, se ganaban su confianza, entraban en sus vidas y les robaban”.

Martín cree que a su hijo lo “regalaron”. “Se ‘olvidaban’ algo en la casa de la víctima elegida, o le prestaban algo para tener un motivo para sorprenderla después. Con Tomás fue así: le prestaron un cable y lo fueron a buscar a la casa. Le hicieron la del amigo para robarle y matarlo”, insiste.

La madre fue la última persona de la familia que vio a Tomás con vida: habían cenado juntos el domingo de Pascuas a la noche. Al no tener noticias suyas desde entonces, fue a buscarlo el lunes a la casa de General Campos, entre Pintos y Miguel Cané. Allí lo encontró asesinado.

Tomás vivía con su familia a unas pocas cuadras. La vivienda donde lo mataron estaba deshabitada. Había pertenecido a una abuela de la víctima fallecida tiempo atrás, y en ocasiones el joven la utilizaba para reunirse con amigos o estudiar.

“Tenía un examen y se fue a esa casa para estudiar tranquilo. En un principio se dijo que mi hijo se dedicaba al narcomenudeo, y que había organizado una fiesta y allí lo mataron. Es una locura. Nada de eso es verdad”, cuenta Martín. El informe toxicológico arrojó que Tomás no había consumido drogas ni alcohol en las horas previas al ataque.

La autopsia reveló que la muerte se produjo por un “traumatismo encéfalo craneano grave, producto de un objeto contundente, como un palo o un caño, con data de muerte de 6 a 12 horas previas al hallazgo del cadáver”. De la casa se llevaron un auto Chevrolet Corsa -Tomás tenía previsto retirar esa semana su registro de conducir-, un televisor y el celular. “Tal vez pensaron que mi hijo tenía plata, pero no. Él estudiaba y yo le daba para sus gastos. No había nada de valor allí”, remarca Martín.

Tomás era hincha de River y su papá, de Banfield. Horas antes del crimen habían visto juntos el enfrentamiento entre ambos equipos en el estadio Florencio Sola, a unas cinco cuadras del lugar del hecho. Tomás festejó el triunfo de su equipo por 2 a 1. Fue el último momento que compartieron padre e hijo.

Dos años después del crimen, está por definirse la fecha del juicio. El trámite se demoró debido a que los acusados rechazaron la modalidad de un debate por jurados. “Hay que esperar qué resuelve el tribunal ahora, pero ya estamos muy cerca”, acota Martín, que solía dar clases de yoga en la casa donde Tomás fue asesinado.

“Mi hijo era un chico que estudiaba, que quería tener un futuro. Lo mataron por un auto, un televisor y un celular”, lamenta Martín, y concluye: “Lo único que pido es que sean juzgados y les den perpetua. Nos arruinaron la vida”. /TN