
Lunes 03 de Noviembre de 2025, 13:23
La investigación por la muerte de Karla Robles sumó en las últimas horas un nuevo y estremecedor elemento: las conversaciones por WhatsApp entre la joven y su expareja, Diego Zerda, donde se evidencia un patrón de violencia psicológica, insultos y humillaciones que la Fiscalía ya incorporó al expediente como prueba clave. El acusado está actualmente con prisión preventiva.
En los mensajes —difundidos por la periodista Marisa Suárez— Zerda descarga una serie de agresiones verbales brutales contra Robles. En uno de los intercambios, le escribe: “Nada que ver, hija de puta. Te merecés lo peor, maldita. Re hacés la linda, sos pito filtro edionda, gorda cuadrasa.”
Pese a la violencia de los insultos, Karla intenta mantener la calma: “Bueno, ojalá puedas sanar y alejarte de eso, porque tenés todas las condiciones para ser una persona de bien.”
El tono agresivo continúa con más descalificaciones físicas: “Das asco. No tenés teta, no tenés nada. Foltro nomás. Por eso te rapás la cara en las fotos.” Frente a esos ataques, Karla responde con serenidad: “Bueno, todo eso tiene solución.”
Según las fuentes judiciales, estos chats se suman a audios previos en los que la víctima manifestaba miedo: “Tengo miedo de que le haga algo a mi familia. Me muero si les llega a hacer algo a ellos.” En otro fragmento, Zerda la amenaza directamente: “Si le hacés algo a alguien de mi familia, te juro... te voy a descuartizar... te voy a matar a todos.” También se reveló la imagen donde el usuario de Zerda queda registrado observando el vivo de TikTok donde la víctima acabaría con su vida.
Avance de la causa
La Fiscalía imputa a Zerda por amenazas e instigación al suicidio, y el juez ordenó su prisión preventiva efectiva mientras continúan las pericias sobre teléfonos y redes sociales.
De acuerdo con la querella, existían al menos seis denuncias previas contra Zerda por violencia física, psicológica y amenazas, además de una medida de restricción que habría sido incumplida.
Los mensajes revelan un vínculo marcado por la manipulación, el desprecio y la degradación constante, en el que la víctima respondió siempre con calma, incluso frente a la violencia más extrema. Para los investigadores, ese contraste entre el ataque y la serenidad de Karla es una muestra más del ciclo de violencia y control que la habría llevado a un estado de vulnerabilidad extrema antes de su muerte.