La UNT comienza a transitar el camino de una transformación histórica hacia el sistema de créditos académicos universitarios

Martes 25 de Noviembre de 2025, 05:58

TRANSFORMACION. El Sacau supone un cambio estructural en la organización de las carreras de grado.



La Universidad Nacional de Tucumán comenzó a transitar un proceso de reforma académica que marcará un antes y un después en la organización de sus carreras de grado. Tras el acuerdo alcanzado por rectores de todo el país en el Consejo de Universidades (CU) para avanzar en la implementación del Sistema Argentino de Créditos Académicos Universitarios (Sacau), la institución tucumana inició sus primeros debates internos con miras al plazo nacional que exige tener las propuestas listas hacia fines de 2026.

El Sacau, aprobado en 2023 y vigente a partir de 2027, representa un cambio estructural: abandona el esquema tradicional basado únicamente en horas de clase y se centra en el tiempo total de dedicación del estudiante. El nuevo modelo integrará horas presenciales o virtuales junto con el trabajo autónomo —lecturas, actividades, resolución de guías, preparación de exámenes— y asignará entre 25 y 30 horas por crédito académico, en línea con lo que ya aplican los sistemas europeos.

Según detalló Alejandro Álvarez, subsecretario de Políticas Universitarias, las carreras tendrán una duración de dos a cuatro años, con un mínimo de 60 créditos por año. Una carrera de cuatro años podría requerir 240 créditos. Así, una materia de seis créditos implicará entre 150 y 180 horas de trabajo total, otorgando mayor transparencia a la carga real que afrontan los estudiantes. “A medida que el alumno aprueba materias, acumula créditos hasta completar el total necesario para graduarse”, explicó.

En la UNT, la secretaria académica Carolina Abdala confirmó que la actual es una etapa inicial, centrada en recopilar información y abrir el debate en cada facultad. Algunas unidades ya comenzaron a medir tiempos de cursado y carga extracurricular, mientras que otras avanzan en cálculos preliminares para cumplir con los cronogramas nacionales. Uno de los insumos clave es el rendimiento estudiantil, cuyos datos son compartidos por la Dirección de Estadísticas para orientar la discusión docente.

El punto más sensible hasta ahora es el equilibrio de cargas académicas. Abdala señaló que existen materias con escasas horas presenciales pero una exigencia muy alta de trabajo autónomo, frente a otras con cargas mínimas. “El objetivo es evitar desfasajes que obligan al estudiante a elegir lo que puede enfrentar y no necesariamente lo que corresponde a una trayectoria lógica dentro de la carrera”, advirtió.

Aunque la propuesta no generó rechazos generalizados, persisten dudas en algunos sectores docentes. Circula la interpretación de que la reforma acortará las carreras o reducirá horas, algo que la funcionaria negó enfáticamente. “La normativa no obliga a comprimir carreras a cuatro años, y desde la UNT no plantearemos un recorte de ese tipo. Acelerar una carrera manteniendo la misma carga horaria sólo agrava los problemas existentes”, afirmó. Remarcó, además, que el proceso podría servir para actualizar planes de estudio antiguos, aunque no es una imposición formal.

Los estudiantes, por ahora, manejan información parcial. La institución prevé realizar reuniones específicas en 2025 con los centros estudiantiles. Aun así, ya existió un taller conjunto con docentes de la Universidad de Buenos Aires en el que alumnos tucumanos expusieron dificultades recurrentes: cursadas que exigen más tiempo del establecido en los planes o materias cuya aprobación demanda meses de estudio autónomo sin criterios claros.

La UNT enfrentará en 2026 un año intenso, no sólo por el trabajo técnico que requiere la reforma, sino también por el calendario electoral institucional. Sin embargo, la Secretaría Académica aspira a que todas las carreras lleguen a fin del próximo año listas para ser enviadas a la Dirección Nacional de Gestión Universitaria, tal como exige el cronograma del Sacau.

La transición recién comienza, pero ya perfila un escenario donde las universidades deberán repensar la organización del tiempo, la coherencia interna de sus planes y la transparencia en las exigencias académicas, en un intento de mejorar la experiencia y el rendimiento estudiantil en todo el sistema universitario argentino.