Domingo 09 de Noviembre de 2025, 11:56
Por el Padre Horacio Brito - Superior General de los Misioneros de la Inmaculada Concepción de Lourdes (Padres Lourdistas).Al echar una mirada hacia el pasado y tratando de hacer memoria de aquellos religiosos lourdistas franceses que pisaron primero suelo catamarqueño, luego Tucumán y Buenos Aires, tantos y tantos, en estos últimos cien años. Nos damos cuenta que, más allá de sus errores y aciertos, todos fueron generosos e incansables evangelizadores. Esta misión la asumieron desde el carisma mariano propio de la Congregación y desde su identidad de personas consagradas a Dios, es decir, la llevaron a cabo como Misioneros de la Inmaculada Concepción de Lourdes, o como decimos en la Argentina: los Padres Lourdistas.
Evangelizaron amando esta tierra, su gente, tradiciones, costumbres, su cultura. Evangelizaron formando sacerdotes, enseñando en el aula, fundando parroquias, centros misioneros en barrios periféricos, asumiendo misiones confiadas por los Obispos y algunos en puestos de vanguardia.
Evangelizaron en comunión con sus obispos, insertándose en la Iglesia local, siendo doctos y humildes. Se "gastaron" por el ideal del Reino de Dios, pero a su vez terminaron enriqueciéndose con el cariño, el reconocimiento, la sabiduría, la alegría, la humildad y la pobreza de la gente de estas "nuevas tierras".
Sí estos lourdistas mucho dieron, me atrevería decir que lo dieron todo pero mucho más fue lo que recibieron, ya que también todos ellos fueron evangelizados por este pueblo, por nuestro pueblo. ¿No es acaso éste el fruto más precioso que puede recoger todo evangelizador?
Ahora miremos el "hoy" de nuestra realidad. Es decir, pongamos nuestra mirada en los desafíos actuales de la educación, no siendo un especialista en la materia, tengo el sentimiento que ellos son muchos, complejos y sobre todo muy diversos. Pidiendo permiso me tomo la libertad de elegir uno de ellos.
Sabemos que es muy común difundir lo que se llama el "pensamiento breve", un pensamiento formado por unos pocos caracteres, que no mira hacia arriba y hacia adelante, sino solamente aquí y ahora, fruto de las necesidades del momento; un pensamiento que se mueve por instinto y se mide por instantes, y que tiene como único objetivo el "me gusta o no me gusta".
Frente a la complejidad de la vida y del mundo, este pensamiento breve conduce a la generalización, a la crítica, a la simplificación y a la desnaturalización de la realidad, en la búsqueda del propio interés inmediato más que el bien de los demás y el futuro de todos. Es preocupante ver jóvenes y adultos atrincherados detrás de una pantalla, cuyos ojos reflejan luces artificiales en lugar de dejar brillar su creatividad.
Todos absolutamente, absolutamente todos necesitamos la creatividad, la pasión, la capacidad de soñar, la sed de la búsqueda de la verdad, la capacidad de discernir y sobre todo de una mirada esperanzada.
La creación misma nos invita a ser creadores de armonía y belleza; escapar de la adicción a lo virtual, del mundo hipnótico de las redes sociales que anestesia el alma, para ofrecer algo hermoso y nuevo. Una investigación que emociona, una oración hecha desde el alma, un sueño por realizar, un gesto de amor a quien no puede corresponder... Esto es crear, asimilar el estilo con el que Dios hizo el mundo, el estilo de la gratitud, que nos aleja de la lógica del "hago para tener"y del "trabajo para ganar".
Ante este desafío, esta comunidad educativa mirando hacia arriba y hacia adelante, tiene el tesoro de su carisma mariano lourdista para proponer a las nuevas generaciones de jóvenes.En efecto, en la persona de María contemplamos en primer lugar la mujer de la receptividad de la Palabra de Dios y de la proximidad. El "si" de María en la Anunciación no es el "si" del abandono, es el "si" receptivo de cada día que permite avanzar en las circunstancias concretas y cambiantes de la vida. Es el "si" que se pronuncia desde la libertad del corazón. Es el sí que asume con madurez y discernimiento la alegría y los riesgos de toda relación. Es el "si" de aquel que se juega por el otro.
En la persona de María contemplamos la mujer desde la fuerza y la genialidad de la feminidad, quién con ternura, con afecto, delicadeza y con la incomparable exigencia de la madre, nos invita, como en las bodas de Caná, a cambiar el agua en vino. Es decir, a anticipar el misterio pascual de muerte y resurrección. Si, María anticipa el don de su vida, es aquella que nos enseña a decir "pase lo que pase podés contar conmigo". Es la que no falla. ¿Acaso la Inmaculada, la Purísima, no es al mismo tiempo el refugio de los pecadores? Sabemos de las dificultades de nuestros jóvenes para comprometerse definitivamente, en todos los órdenes de la vida.
Finalmente, en María contemplamos a la mujer fecunda, pero se trata de una fecundidad que no sigue necesariamente los parámetros a los que estamos acostumbrados. Es Virgen y es Madre. Por supuesto, que nos ponemos de rodillas y veneramos la virginidad de María, antes, durante y después del parto. Pero diciendo esto no hemos dicho todo, ya que en la Biblia la virginidad significa, sobre todo, ser el depositario de un tesoro que solamente tiene sentido si se lo da, si se lo entrega. María es la depositaria del gran tesoro de todos los tiempos, Jesús, y nos lo entrega. La Iglesia, es virgen, porque es depositaria del Evangelio y su misión es evangelizar. Cada uno de nosotros lo es como lo es cada comunidad educativa cristiana. La educación, un tesoro que es fecundo solamente si se lo entrega a manos Ilenas.