Sábado 25 de Febrero de 2017, 09:13
Hacía cinco meses que no llovía en el paraje de Campo Redondo, unos kilómetros antes de Vipos, departamento de Trancas. Allí, en un rancho bajo las talas, vivían los Cano: los padres y nueve hermanos. La familia prácticamente subsistía de la caza de pájaros, porque el dueño de casa, don José Joaquín, sólo conseguía trabajo de tanto en tanto.Los pequeños con 6 dedos en cada mano en 1969.
No hay nada anormal en ellos. Era muy difícil advertir a simple vista en esas manos ágiles, un poco deformadas por las tareas del campo y todavía diminutas, la existencia de los seis dedos.
La voz de la dueña de casa, doña Amalia Noriega, de 36 años, santiagueña, une su tonada a los silbidos melodiosos que saltan de las pajareras. Y cuenta que los niños crecieron rodeados de estos animalitos y que tal vez por eso aprendieron a amar la música. No conocen el cine ni la televisión, recién comenzaron a garabatear las primeras letras, no saben jugar al fútbol: sin embargo, la radio ejerce sobre ellos una singular fascinación. Palito Ortega y Leo Dan son sus cantores preferidos. La mayor de las hijas, Ángela, de bello rostro ovalado, imita a estos cantores. Y cuando ella canta, los Cano están de fiesta.
Doña Amalia contaba que la “shulca”, su hermana Jacoba, “tiene también un dedo solito; pero lo tiene mal, para afuera, y para ponerse las zapatillas tiene que hacerles un agujerito para el costado”.
El matrimonio llevaba ya 15 años. Se conocieron en Granillo, un pueblito cerca de La Banda, en Santiago del Estero.
Cuando comenzaron a nacer los niños se trasladaron a Campo Redondo.
“Sólo cinco chicos van a la escuela; recién este año pudimos mandarlos.
La verdad es que, como vivimos en los montes, no había oportunidad de
que fueran a la escuela”, relataba.
La familia durante la primera entrevista
De a poco todos fueron soltándose. Toda la familia se dejó fotografiar y comenzaron a hablar de lo cotidiano: que la venta de los pájaros, que no les tienen miedo al monte, que la “reinamora” azul canta mejor que la amarilla…. Oscar y Jacinto no se sienten distintos a los demás niños. Casi al anochecer, desde El Cadillal, acezaban los relámpagos. Pero no llovió. Sólo algunas gotas cayeron en la tierra polvorienta y reseca. Y los niños con seis dedos seguían corriendo y jugando a las escondidas con los otros chicos.
El 16 de diciembre, la famosa revista porteña “Así” se hizo eco de la noticia. Fueron dos páginas cubiertas por las fotografías tomadas ese día por don Rodolfo Paz. Enterado
por estas crónicas, el Canal 7 de televisión invitó a los padres y a
los chicos a viajar a Buenos Aires -con todo pago- para participar en el
programa “Siete y medio”.
El jueves 11 de diciembre, decenas de personas fueron a despedirlos a la estación del Ferrocarril Mitre. Viajaron en coche pullman, con aire acondicionado. También viajaba el menor de la familia, Ernesto, de 15 meses. Don José y doña Amalia todavía no lo podían creer. Los otros seis chicos quedaron al cuidado de la hermana mayor, Ángela, de 14 años. “Nunca pensamos viajar a Buenos Aires: allá tengo 4 o 5 hermanos y nos gustaría verlos. Todo esto es una gracia de Dios. Vamos a ver qué podemos hacer con estos changos”, decía doña Amalia.
Con risas y llantos de alegría se despidieron. ¿Cómo creen que es Buenos Aires? le preguntó el cronista a los chicos. “Lindo -contestó el “Negro”-, ¡como Tucumán!”. Y el Estrella del Norte partió con la inmensa carga de ilusión de la familia Cano.
Jacinto a la izquierda y Oscar a la derecha, abordo del tren
Cuando regresaron a Tucumán, fueron recibidos en la estación y volvieron a su rancho en Trancas. No se volvió a saber de ellos nunca. Existe una versión que indica que los chicos decidieron cortarse el dedo extra para no ser discriminados.